Campo de guerra

La semana pasada fue la semana del "cómo cresta nos metimos en esto".

Ahora esta semana es la combinación de satisfacción y saltos ornamentales . Porque luego de admirar cómo está quedando el nuevo piso, ustedes no saben lo complicado que puede ser prender un interruptor que esta a metro y medio, sin pisar los porcelanatos recién instalados, a oscuras y con una bandeja con platos en la mano. Pero lo hemos logrado.

La casa entera parece un campamento gitano. Hoy, por ejemplo, prendimos la sanguchera en el segundo piso, al ladito del DVD y la caja de Legos. La pieza de los niños es además donde se seca la ropa. El patio parece el de una familia con mal de Diógenes. Ni les cuento lo elegante de nuestra cortina plástica que separa el primer del segundo piso. Y pese a todos nuestros esfuerzos, la suciedad ha llegado a los rincones más insospechados de la casa... 

Ya estoy haciendo el listado de cosas que voy a cocinar con la cocina nueva. Mentalmente estoy organizando todo, y he tenido pesadillas pensando que no me caben todas las cosas y quedamos faltos de cajones. Si, bueno, estos procesos conllevan cierta psicosis.

Pero como decían los romanos, Alea Jacta est.
La suerte está echada.